FOUCAULT fue certero:
“No creo en absoluto que nuestra sociedad sea democrática. Si uno entiende por democracia el efectivo ejercicio del poder por una población en la que nadie esté dividido u ordenado jerárquicamente en clases, es absolutamente claro que estamos muy lejos de la democracia. Es también claro que vivimos bajo un régimen de dictadura de clases, un poder de clases que se impone a sí mismo mediante la violencia, siempre cuando los instrumentos de esa violencia son institucionales y constitucionales. Y esto ocurre en un grado que impide que exista una verdadera democracia”.

Cambio de rostro en La Moneda


Es sólo un cambio del rostro de la desigualdad y la injusticia social
EL TRIUNFO DE LA ALIANZA POR CHILE
1. El candidato de la vieja derecha, Sebastián Piñera, ganó las elecciones presidenciales 2009 con menos del 30 % de los votos de los chilenos habilitados para sufragar. Alrededor de 3 millones 500 mil personas marcaron la preferencia por Piñera, no superando la votación habitual de la derecha tradicional desde el inició de los gobiernos civiles en 1990. Por su parte, el candidato de la nueva derecha, el democratacristiano, Eduardo Frei, obtuvo alrededor de 150 mil votos menos. La suma de votos nulos y blancos, abtenciones y personas en edad de votar, pero no inscritos en los registros electorales, son más del 40 %.
2. Desde fines de los 80, en las postrimerías de la dictadura militar, los partidos políticos que luego formarían la Concertación, y la dictadura, a espaldas de las grandes mayorías nacionales, pactaron un acuerdo de gobernabilidad que, estratégicamente, cautelara y cautela en la actualidad el sistema de explotación y despojo capitalista fundado durante el régimen de Pinochet. Las características esenciales del modo de explotación antipopular iniciado en la década de los 70 y mantenido hasta hoy, se fundan sobre la privatización extrema; el término de los derechos sociales conquistados –educación y salud públicas, vivienda, seguridad social-; la ampliación y precarización del empleo; la flexibilidad laboral; el despojo de los recursos naturales; la concentración de la riqueza en un puñado de corporaciones mundiales asociadas a los capitalistas criollos; la consolidación del modo primario exportador de recursos básicos no renovables, renunciando a la industria propia y al desarrollo y la soberanía nacional; y una forma de representación democrática estrictamente formal, funcional, no participativa, tutelada y antisocial. Lo anterior, coronado por los ajustes estructurales y la superdependencia de Chile a las enonomías capitalistas centrales y sus instituciones tutelares, como el el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.
3. Tanto la vieja derecha, como la derecha nueva resumida en la Concertación, buscan la gobernabilidad de un sistema estructuralmente antipopular y que sólo favorece a una minoría privilegiada. Por eso, la alternancia en el Ejecutivo es sólo una fórmula consensuada que ofrece continuidad al mismo sistema explotador y opresor, y también la necesaria apariencia de “cambio” ante el agotamiento de la coalición en el Ejecutivo. Con Piñera a la cabeza del Ejecutivo y con relaciones proporcionales en el parlamento entre las dos derechas, no habrá ningún cambio en beneficio del pueblo. Es más, el único cambio posible a favor de los intereses de las mayorías será obra de los propios trabajadores y los pueblos.
4. Ante los resultados de la elección presidencial 2009 en Chile, las fuerzas anticapitalistas tienen el desafío histórico de convertirse, al fragor de las luchas reales y la reorganización popular, en la alternativa política de las grandes mayorías. Una alternativa política independiente respecto de los intereses de las clases en el poder y sus expresiones políticas. Desde ya, el Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores se impone la tarea histórica de convertirse desde y con el pueblo y sus organizaciones en la alternativa política en relación a los poderosos, y en la verdadera y consecuente oposición política de las dos derechas.
5. Es altamentamente probable que con el gobierno de Piñera se sinceren las posiciones de subordinación real y formal de la clase que manda en Chile en relación a la estrategia ofensiva del Pentágono para América Latina, y su articulación explícita-y ya no solapada- al eje imperialista formado por México, Honduras, Haití, Panamá, Colombia y Perú. Al respecto, el MPT renueva su compromiso internacionalista y antiimperialista.
6. La independencia política de los intereses de los trabajadores y los pueblos que el MPT se propone cautelar se expresa de manera autónoma de cualquier componenda política proveniente de los partidos de la Concertación, de su ampliación hacia la dirección de la izquierda tradicional; fórmulas políticas promovidas al estilo MEO, y naturalmente, de la denominada Alianza por Chile, o derecha ahora en el Ejecutivo. El MPT, creciendo con el pueblo profundo y en lucha, junto a las fuerzas sociales y políticas que enfrentan al capital con el objetivo estratégico de su superación en un Chile socialista y gobernado por los trabajadores y las mayorías oprimidas, no colaborará con la alianza de gobernabilidad de la minoría en el poder, sea cual sea su sabor.
7. Una sociedad de iguales y libres, donde desaparezca la explotación y las inequidades, sólo puede realizarse a través de la más amplia unidad de los trabajadores y los pueblos, el protagonismo popular, y la lucha permanente y en todos los escenarios de disputa de la hegemonía de los pocos que mandan.
8. Ante los falsos cambios que pretende ofrecer el piñerismo y la simulada oposición de los partidos de la Concertación (o el nombre que adquieran sus futuras componendas), que sólo ocultan un acuerdo de sangre contra los explotados y oprimidos, el MPT únicamente confía en las fuerzas de los trabajadores y las mayorías nacionales que luchan y se organizan para decidir soberanamente sobre su propio destino y felicidad.
¡Unidad, organización y lucha!
MOVIMIENTO DE LOS PUEBLOS Y LOS TRABAJADORES – MPT CHILE