FOUCAULT fue certero:
“No creo en absoluto que nuestra sociedad sea democrática. Si uno entiende por democracia el efectivo ejercicio del poder por una población en la que nadie esté dividido u ordenado jerárquicamente en clases, es absolutamente claro que estamos muy lejos de la democracia. Es también claro que vivimos bajo un régimen de dictadura de clases, un poder de clases que se impone a sí mismo mediante la violencia, siempre cuando los instrumentos de esa violencia son institucionales y constitucionales. Y esto ocurre en un grado que impide que exista una verdadera democracia”.

Semblanza de Gonzalo por su madre



Gonzalo Rodrigo Muñoz Aravena
Por Gladys Aravena Vivar

Escribir acerca de Gonzalo y los problemas que generaron su detención y luego su muerte, es una copa amarga de apurar.

Cuesta asumir la irracional verdad que él ya no está entre nosotros. ¿Cómo aceptar que lo hemos perdido, si aún gravita en nuestras vidas, más ahora que sus amigos y compañeros, lo han convertido en un símbolo de su generación?

“El color de la sangre no se olvida“ y hay tanta sangre derramada en este largo y lóbrego camino en que se vio envuelta la generación truncada de la patria. La “generación truncada” de los años ochenta, que vio caer a tantos jóvenes que dieron su vida, lucharon por sus ideales y nunca vieron el fruto de su sacrificio.

Su niñez está llena de anécdotas simpáticas. Gonzalo era vivaz, travieso y alegre; alma de su grupo de amigos; apegado a sus abuelos, malo para comer, pero muy bueno para jugar en la calle, de donde sólo se entraba, ante la amenazante “cuchara de palo” de su abuelita.

Recuerdo que estando en la Escuela Nº1, de Avenida Pedro Montt, nunca se iba inmediatamente a la casa después de clases y una vez teniendo como nueve o diez años en ese tiempo, pidió “un pedazo de pizza y una pilsener” en La Rivera, donde pasaban los estudiantes a comprar algo para comer.

Otra vez apareció su fotografía en el diario “La Estrella”, en uniforme, en lo alto del monumento a Carlos Condell, en calles Brasil con Bellavista, con una leyenda acerca de niños queriendo subir alto en la vida. ¿Tal vez era una premonición? Tal vez, pero en su muerte.

Un verano su papá lo llevó a un viaje de estudiantes al Sur, con los alumnos de cuarto medio del Liceo Eduardo de la Barra y en bote por el lago Todos Los Santos, Gonzalo se tiró del bote diciendo “aquí me bajo”. Él era chiquito entonces y el Sr. Leiva que iba a cargo del grupo de estudiantes se tuvo que tirar al agua, asustado, con ropa y todo a sacarlo.

O como, cuando chuteando afuera de la casa, con sus amiguitos, se produce una pelea por la pelota y según un vecino que venia llegando, Gonzalo le grita: “voy ganando tío” y él estaba debajo de una montaña de cuerpos vociferantes.

Con el correr de los años, el niño se convierte en un joven serio, con ideales y ganas de hacer algo por ayudar. Habiendo crecido en clima de terror e inseguridad, habiendo visto el calvario de las familias de tantos amigos y compañeros detenidos y muertos por la dictadura, era la consecuencia natural, llegar a ser militante de las juventudes comunistas como su padre y como su abuelo.


Detención
Entonces viene su detención por la Central Nacional de Informaciones, CNI, en Febrero de 1985 y nuestra vida, ya tan incierta e insegura, se desmorona, se cae a pedazos, cuando allanan la casa de sus abuelos, donde vivía en ese tiempo.

Los agentes buscaban armas que no existían, ¿Cuál es su dormitorio? ¿Dónde duerme?
¡Todos afuera!
Y sin testigo alguno, descubren ‘por fin’ bajo del colchón lo que lo incriminaba, puesto allí por ellos mismos.

Gonzalo es detenido en una excursión en la Quebrada del Cura en Calera el viernes 8 de Febrero con un grupo de amigos y algunas niñas. Fueron sometidos a todo tipo de vejámenes, golpes, patadas y simulacro de fusilamiento. Les quitaron dinero, relojes y pertenencias. Las niñas fueron violadas.

Eran como 15 o 20 agentes que se identifican como de la Policía de Investigaciones. Llegando temprano en la mañana, los mantienen vendados y amarrados y boca abajo en una acequia de donde los sacaban de uno para interrogación.

Con el dinero de los detenidos, los agentes mandaban a comprar botellas de pisco. A la espera de los agentes de la CNI que llegarían en la tarde a hacerse cargo del grupo para llevarlos al cuartel secreto donde los interrogarían con electricidad y medios más sofisticados.

El Sábado 9 son llevados nuevamente al lugar de la excusión, donde los filman con bombas vietnamitas, barras de amongelatina y cordones explosivos.

Filmaron al campamento poniendo figuras humanas de cartón, como target en una escuela de guerrillas, haciéndolos cantar y pegándoles con laques si no lo hacían.

Esta filmación sería mostrada al público en Televisión Nacional a la hora de las noticias, dando cuenta del arresto de esta escuela de guerrillas y sus peligrosos integrantes, con el nombre y datos de cada uno de ellos.

Desde el cuartel de la CNI son sacados en parejas y llevados al lugar donde vivían para identificar personas comunistas que vivieran cerca. Al negarse Gonzalo a hacer esto, lo llevan a una casa donde es golpeado e intimidado con un perro policial y llevado nuevamente al cuartel de la CNI.

El lunes es torturado nuevamente, le vuelven a sacar fotos junto a una mesa con explosivos y lo obligan a firmar una declaración, sin saber lo que decía.

El martes son llevados a declarar a la Fiscalía Militar, amenazados que tenían que reafirmar lo que habían firmado, son pasados a la cárcel publica de Valparaíso en calidad de incomunicados, donde dormían en celdas húmedas, con dos tarros, uno para comer y otro para orinar.
Nota:- Lo escrito anteriormente es sacado del Testimonio que Gonzalo escribió, una vez terminada su incomunicación en la cárcel.

Cárcel
En la Cárcel vivió Gonzalo nueve meses y compartió con entereza las penas, alegrías y miserias de sus compañeros de infortunio. Aquí cumplió 19 años, celebrado con regocijo por todos en general: familiares, amigos, compañeros presos políticos con sus visitas compartimos torta y canciones. Y la alegría fue general cuando llegó un grupo de universitarios y amigos.
Ellos siempre fieles, siempre presente en los días de visita, siempre tratando de alegrarlo con chistes y chascarros, llegaron guitarreando y cantando y hasta ‘polka’ bailamos en ese galpón, al compás de la guitarra, olvidando por un instante la cruda realidad.

Su estadía de nueve meses, culmina con el ataque deliberado de los reos comunes más peligrosos contra los presos políticos, instigados por agentes de la CNI, infiltrados en la cárcel.

No fue una pelea entre presos. Fue una provocación, aprovechando que los presos políticos estaban débiles después de su prolongada huelga de hambre de 19 días, donde pedían el reconocimiento de su status de presos políticos, agilización de los presos y ser separados de los presos comunes. Gonzalo había perdido 10 kilos de peso.

Raptan a Gabriel Espinoza cuando venía de los baños y robarle el reloj hizo que sus compañeros acudieran en su ayuda. Pero cuando los presos políticos, entre los que estaba Gonzalo, se retiraban, después de parlamentar y lograr el rescate, se abrieron las celdas y son atacados por unos 60 reos con navajas, cuchillos y estoques al grito de “¡Mueran los [presos] políticos! ¡Hay que matarlos a todos!”. Como resultado de la infernal y desigual refriega entre ocho jóvenes desarmados, contra 60 armados y decididos, perdió la vida Gonzalo y quedaron lesionados por armas cortantes otros cuatro de sus compañeros. Los demás fueron salvajemente golpeados.

La población penal en pleno, condenó a los culpables a un castigo bajo las leyes del hampa, pero la dirección de Gerdarmería teniendo una represión sangrienta, aisló completamente en celdas de castigo a 11 reos identificados, además de otros 40 involucrados, y reforzó el personal, incluyendo al grupo de antimotines de Gendarmería que viajó desde Santiago.

Pero no todo ha sido amenazas en el penal. Recibimos condolencias del “Club Deportivo Universidad de Chile”; allí, las bandas funcionan con nombres de clubes deportivos, donde decían que “el pueblo había perdido un combatiente” Además dijeron que estaban conscientes del momento que el país vive y manifestaron solidaridad con “los [presos] políticos”.

Indignación en Valparaíso
El asesinato de Gonzalo provocó masiva indignación en Valparaíso. Paros estudiantiles en todas las sedes de la Universidad de Playa Ancha y en todos los campus de la Universidad Católica de Valparaíso; ocupaciones de recintos universitarios; vigilias, declaraciones; un siting masivo en la calle Colón, de los estudiantes del Liceo Eduardo de la Barra; velatorios en Avenida Brasil. Se paralizaron las actividades académicas y el nombre de Gonzalo empezó a aparecer en las murallas del puerto. Organismos Gremiales y de Derechos Humanos expresan su dolor y enérgico rechazo a través de declaraciones a los medios de comunicación.

Represión
Gonzalo después de su muerte, no pudo descansar en paz. El estudiantado que acompaño la urna de sus restos, desde la morgue hasta el lugar del velatorio, la sede de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Playa Ancha, fue interceptado por un fuerte contingente policial armado con cascos, escudos y bombas lacrimógenas, bloqueando el cortejo e impidiendo acompañantes detrás de la carroza. El cortejo que se iniciara con más de veinte personas se había incrementado con decenas y decenas de estudiantes y público en general, agregaba a la columna durante la marcha, formando un grupo compacto que ocupaba la calle de acerca a acerca.

En calle Victoria esquina con Francia, el desbande fue general cuando empiezan a llover las granadas lacrimógenas. Un carro lanza gases de Carabineros se situó delante de la carroza mientras un bus policial hizo a retaguardia, obligando al chofer de la carroza a acelerar a toda máquina. Algunos acompañantes se alcanzaron a coger de la parrilla de la carroza colgando, algunos en cuclillas sobre el parachoque trasero, otros con medio cuerpo dentro del carro mortuorio. Las bombas siguieron lloviendo sobre el grueso de las personas que continuaron corriendo tras la carroza hasta alcanzar la sede de estudiantes en la calle Molina, fuertemente vigiladas por carabineros con numerosos radio-patrullas, dos buses, el guanaco y un zorrillo.

El velatorio de Gonzalo se inició de inmediato, con nutrida concurrencia y personas que desfilaron por la sede de la Federación hasta altas horas de la noche para rendir su sentido homenaje. Allí fue cuidado hasta el día siguiente por una guardia de honor.

Funerales
El día del funeral, a las seis de la mañana, detona una bomba en el Patronato de Reos de Gendarmería. El Frente Patriótico Manuel Rodríguez, se lo adjudica en repudio a la muerte de Gonzalo.

A las 10 am, sus restos mortales son trasladados a la iglesia de los Sagrados Corazones en Valparaíso. La iglesia está repleta, así como las calles adyacentes desbordante de personas y rodeada con fuerte contingente policial.

Una columna de 3.000 personas entre docentes y alumnos de la Universidad Católica fue interceptada por carabineros cuando se dirigía a la iglesia, obligada a transitar por las aceras y prohibida de acercarse al templo, debiendo permanecer en los costados del Parque Italia.

En el templo se hicieron presente estudiantes universitarios y de enseñanza media, académicos y representantes de diversas organizaciones sociales y gremiales en una misa concelebrada por el padre Andrés Aninat y otros seis sacerdotes. En su prédica, lamentó “la violencia absurda que impera en Chile”.

Terminada la misa y mientras la multitud cantaba la Oda a la Alegría, la urna cubierta con la bandera roja con la hoz y el martillo, fue sacada por ocho brigadistas de camisas granate, quienes habrían montado celosa guardia a los costados del catafalco. Centenares de personas lanzaron pétalos de flores y consignas de despedida al compañero muerto.

El trayecto al cementerio fue accidentado, interrumpido por la acción de carabineros que no permitió el seguimiento del carro mortuorio, por parte de centenares de persones que pretendió hacer el trayecto hasta el cementerio de Playa Ancha. Gran cantidad de bombas fueron lanzadas para disolver la comitiva y hacia las numerosas personas que se apostaban en las veredas. Carabineros utilizó profusamente los gases lacrimógenos a través de toda la ruta seguida por la carroza y aún así, no impidió la realización de una masiva manifestación en el campo santo, donde la gente llegó, esquivando bombas lacrimógenas y cargando lienzos, banderas y las ganas de continuar luchando.

Los restos mortales de Gonzalo fueron despedidos por un representante del Magisterio; un dirigente de las juventudes comunistas; representantes del Bloque Socialista y del Partido Comunista; un trabajador del Plan de Generación para Jefes de Hogar, POJH, con su pala y una rosa que depositó cerca de Gonzalo; una representante del movimiento de mujeres de Chile; un ex preso político trajo el saludo de los compañeros de la Cárcel de Valparaíso, haciendo un llamado a “movilizarse por el derecho a la vida y la libertad de todos los presos políticos” El presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Playa Ancha habló por sus compañeros, prometiendo que su muerte no será en vano. Al término de los discursos con fuerte contenido político y de crítica al gobierno habló el padre de Gonzalo, Agradeció la presencia de todos los participantes en el sepelio y expresó el compromiso de continuar luchando por una sociedad más justa y libertaria y pidió la unidad de todos los sectores políticos.

A la salida del cementerio numerosas personas son detenidas por carabineros.

“¡Noticias de Ultima Hora!
La Fiscalía Militar de Valparaíso dio sobreseimiento definitivo al estudiante Gonzalo Muñoz Aravena, que murió ayer en la cárcel, quien estaba procesado por supuesto delito de infracción a la ley de Control de Armas”
Así lo informó a “La Estrella” el fiscal Hernán Montero Ramírez.

Recurso de Amparo
Desde antes de la muerte de Gonzalo, nosotros como familia teníamos problemas de vigilancia y amedrentamiento, seguramente a los cargos que tenía José Luis padre, como consejero de la Comisión de Derechos Humanos de Valparaíso y como vicepresidente Regional del Colegio de Profesores. Nosotros, como familia, participábamos en todas las acciones y actividades de la Agrupación de Familiares de los Presos Políticos.

Amenazas de secuestro al anciano abuelo de Gonzalo, los seguimientos en la calle por desconocidos, vigilancia con anteojos larga vista desde otros bloques de departamentos y más adelante, amenazas de muerte, nos obligaron a interponer recurso de amparo preventivo, patrocinado por un grupo de abogados de la Comisión de Derechos Humanos de Valparaíso.

A nuestra sorpresa el recurso de amparo fue otorgado, y la Corte de Apelaciones ordenó protección policial a nuestra familia las 24 horas del día, por un mes.

Así, tuvimos carabineros desde la mañana a la noche dentro de nuestra casa para “protegernos”. ¿De quién...?, ¿de ellos mismos, o de sus amigotes?...

El primer día que llegaron, corteses pero secos, pretendían que uno de ellos anduviera siempre a nuestros talones, uno con José Luis cuando se iba al liceo y uno conmigo cuando saliera a comprar, aunque fuera a la panadería.
Como la protección tenía dos filos y el remedio podía ser peor que la enfermedad, objetamos esta medida y después de algunas discusiones, se llegó al acuerdo de que ellos vigilarían sólo nuestro hogar, por lo que instalaron un carabinero a la entrada del edificio.

Con el transcurrir de los días, la situación se suavizó y cambió debido a que yo los sentaba a la mesa con nosotros a compartir el almuerzo, once o comida.

La guardia era cada ocho horas. Empezaba a las 7 am, hasta las 15 hrs. A esa hora llegaba otro reemplazo hasta las 11 de la noche. El que empezaba a las 11 hrs. se quedaba toda la noche, sentado en el living, con metralleta al lado mientras la familia se iba a dormir, a nuestros dormitorios sin cerrojos.

Era el mes de Abril y las noches de Playa Ancha alto, eran frías, húmedas y brumosas, con esa neblina que se pega a los huesos.

Después de las 12 am, pasaba la ronda de un teniente con algunos carabineros congelados, a chequear la guardia, por si habían novedades y siempre encontraban un termo de café y una bandeja de sándwich, que yo dejaba preparada antes de ir a dormir.

Los carabineros que nos cuidaban pertenecían al Retén de la Avenida Playa Ancha, por lo que eran conocidos de los vecinos del sector. Así, supimos después, que ellos hacían comentarios sobre nosotros y uno de ellos habría dicho, “cómo va a ser comunista esa gente tan buena”.

Nuestra casa siempre concurrida y abierta a los amigos, no cambió con su rutina y los jotosos continuaron llegando, sólo que más cuidadosos hasta en su vestimenta. Sé de algunos que hasta corbata se pusieron para visitarnos.

En nuestra mesa junto a un plato de comida o una tacita de té, se dieron amistosas y jugosas conversaciones entre estudiantes y carabineros, por ejempo:
Los carabineros le decían a los chiquillos:
-Ah! Ahora conocemos las caras de los que hacen desorden dentro de la Universidad.
Y los chiquillos contestaban:
-Ah! Ahora conocemos a los que estaban afuera reprimiendo.
Y agregaban
-¿Por qué será que ahora podemos conversar y no podemos hacerlo en la calle?

Se dieron muchas situaciones anecdóticas divertidas. Cómo el joven carabinero que a los minutos de llegar, aparecía su polola y se sentaba con ella en el living a conversar, mientras le pasaba la gorra y las esposas a José Luis chico para que jugara.

O el carabinero que me pedía permiso para ir con José Luis chico a comprar paltas para la hora de onces ¡y de su bolsillo!

Había un carabinero, que le gustaba contar chistes contra Pinochet:

“El capitán le pregunta al cabo:
-Dígame mi cabo, ¿ que piensa Ud. de mi general Pinochet?
El cabo sin querer comprometerse le dice:
-Yo... pienso lo mismo que Ud., mi capitán.
-¿Ah sí? Entonces, te vai detenido desgraciado”.
Nosotros nos mirábamos, sin saber si reírnos o no.

Alcanzamos a estar 3 semanas en esta situación, cuando la Comisión de Derechos Humanos nos consiguió visa para Suecia. Ellos veían mucho peligro de ir a dormir con carabineros en el living.

Debíamos partir el día 4 de Mayo de 1986 y el día 2 de Mayo era cumpleaños de José Luis. Cumplía 8 años. La gente llegó a despedirse en tal cantidad, que no cabía en la casa.
Había gente en los dormitorios, la cocina, los pasillos y afuera en el hall del cuarto piso de nuestro edificio.

El carabinero de turno compartió, tomó onces y comió torta con todos. Cuando se fue le llevó torta a su señora y a sus niños y estaba tan agradecido que volvió al otro día a las 7 de la mañana trayendo regalos de despedida, recuerdos cuando él estuvo en Isla de Pascua, para mi y para Katia que todavía tenemos.

En Suecia, José Luis padre siempre enfermo, fue llevado a Berlín en Alemania, para tratarse la vista, pero no soportó la soledad ya que yo me quedé en Suecia con el niño y él volvió a Suecia sólo para querer volver a Chile. Problema común de todos los exiliados.
En Chile volvieron los problemas políticos y esta vez, en Agosto de 1987, tuvimos que salir a Australia, un lugar con similar temperatura a Valparaíso, donde hubiera luz y sol.

Han pasado 21 años, sin nunca superar la muerte de Gonzalo. Un dolor que llevamos a la tumba y que ahora ha revivido por el multitudinario homenaje brindado por estudiantes, trabajadores y pobladores, no sólo a él, sino también homenaje a una juventud que se pretendió acallar y no pudieron, a los hijos del estado de sitio, del toque de queda, a los que alzaron sus voces, sus puños y esperanzas.

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