FOUCAULT fue certero:
“No creo en absoluto que nuestra sociedad sea democrática. Si uno entiende por democracia el efectivo ejercicio del poder por una población en la que nadie esté dividido u ordenado jerárquicamente en clases, es absolutamente claro que estamos muy lejos de la democracia. Es también claro que vivimos bajo un régimen de dictadura de clases, un poder de clases que se impone a sí mismo mediante la violencia, siempre cuando los instrumentos de esa violencia son institucionales y constitucionales. Y esto ocurre en un grado que impide que exista una verdadera democracia”.

Teillier y su círculo destruyendo al Partido.


Teillier y su círculo destruyendo al Partido.
Hace un año, cuando se avisaba del “pacto” sin condiciones que Teillier procuraba a Bachelet, avisábamos de sus consecuencias. Ha sucedido tal cual. A la vez de instruir a la militancia para ejecutar el miserable papel de comparsa de aquélla, tanto Bárbara Figueroa como los legisladores y legisladoras hacen su papel, “consensuando” con las patronales, aprobando y defendiendo una AFP estatal, normativas de multirut que reduce más aun los derechos de los trabajadores y amarrando un ingreso mínimo miserable, al cual, incluso, deben extraerse los descuentos obligatorios.

Basureando la credibilidad, el ascendiente y el respeto que el Pueblo tenía al Partido, es decir, destruyendo su capital más valioso.

Ahora, exhiben sorpresa e insatisfacción (sus juegos de palabras no logran tapar su responsabilidad).
¿Acaso creyeron que los mismos que afianzaron y pulieron un régimen de explotación mayor, y que hoy se vinculan estrechamente a él y son sus beneficiarios, ahora lo desmantelarían?
¿Qué actuarían contra sí mismos?

Habría que ser muy tonto para creer eso. O ser un traidor.

En verdad, Teillier necesitaba entregar el Partido a Bachelet para aparecer en su lista electoral y obtener fotos junto a ella, para lograr cupos parlamentarios; pero sabía que no habría cambio real o verdadero.
El acomodo pesa mucho.

La lista de conductas no cesa. Corrompe a la juventud partidaria homenajeando a Frei Montalva y a Jaime Guzmán (porque ese minuto de pie, de abril pasado, fue un homenaje voluntario, no una “obligación” impuesta por el reglamento de la Cámara). Ya ante “La Segunda”, reconoce que espera el “chorreo”, que ahora las cosas son distintas, que si los patrones están bien, pues, él espera que compartan sus utilidades…

De su incondicional Cariola, caritas y besitos; nada de sustancia; y mejor que no hable, ya que carece de básica formación política, confundiendo incluso democracia con legalidad. De su anterior operador juvenil –Ballesteros-, ahora bien terneado sirve a Bachelet en su propia casa de La Moneda.

Mientras más burdo y ramplón es en sus declaraciones, mejor, ya que así presiona más hacia abajo la educación política partidaria. Aumenta más su propio poder sobre la militancia mediante la táctica de enfocar reiterativamente que todo disenso es obra o se dirige al beneficio de la “derecha”, cuando, en verdad, la derecha está integrada por la concertación, y no sólo la DC.

La concertación no cambiará; no habrá cambios reales que impliquen cuestionar –verdaderamente- el poder patronal.  

Teillier es un farsante ante la propia militancia; es, así, un traidor.