FOUCAULT fue certero:
“No creo en absoluto que nuestra sociedad sea democrática. Si uno entiende por democracia el efectivo ejercicio del poder por una población en la que nadie esté dividido u ordenado jerárquicamente en clases, es absolutamente claro que estamos muy lejos de la democracia. Es también claro que vivimos bajo un régimen de dictadura de clases, un poder de clases que se impone a sí mismo mediante la violencia, siempre cuando los instrumentos de esa violencia son institucionales y constitucionales. Y esto ocurre en un grado que impide que exista una verdadera democracia”.

LA BASE, de Luis Enrique Délano. La base de ayer y la cúpula de hoy.

LA BASE. Por Luis Enrique Délano.


La base de ayer y la cúpula de hoy.

En la novela que ahora hacemos accesible, Délano logra una hermosa y emotiva descripción; inteligentemente, trabajó el relato desde varias perspectivas humanas, enlazadas por amores e ideales concretados en común acción políticosocial.

“…Fue un domingo. Fingiéndonos representantes de una casa vendedora de ampliaciones fotográficas, nos metimos subrepticiamente en un fundo cerca de Melipilla, una de las muchas propiedades del senador Maury. Estábamos de acuerdo con un inquilino que simpatiza con el Partido y recorrimos una buena parte de la propiedad hablando con los campesinos, conociendo sus problemas y sus miserables condiciones de vida, para denunciarlos después en la prensa partidaria. Había que trabajar rápido, porque en cualquier momento los capataces de Maury podían descubrirnos. Mientras el compañero Esteban y Green hablaban a los grupos de inquilinos que habían acudido, instándolos a constituir un sindicato y a buscar contacto con los peones de los fundos vecinos, yo conversaba con las mujeres…”.

Párrafo indicativo; situado en la segunda mitad de los años 50 del siglo XX, reseña cuando la misión partidaria se enfocaba a despertar conciencia, motivar y organizar, procurando defensa y avance por cambios reales, desde y con nuestro Pueblo.

Recuerda como básica misión comunista tanto el nutrir aprecio por cada uno reconociendo la propia dignidad, como el sembrar conciencia y expectativa sobre la posibilidad de cambio real, de que el mundo puede ser distinto.

Comportamientos tan diversos al presente espectáculo cupular.

Es que nunca fue parte del libreto comunista ejecutar el papel de cortesanos del poder, esmerando zalamería hacia mentirosos/as y corruptos/as.

Queda para la historia el espectáculo del lunes 18 de noviembre: dos jóvenes se prestan para ser mostradas por Bachelet como sus subalternas, como operadoras suyas en el nuevo Congreso. Escena condimentada con el entusiasmo de aquella de meteórica promoción interna e indisimulable ambición y afán de figuración, blanqueando a la concertación y comprometiendo la política partidaria: “se apoyará en todo a la futura presidenta” (en lo que haga y en lo que no haga).

Permitiendo ser exhibidas como logro o trofeo bacheletista, cuadrándosele y sirviendo como su fondo de pantalla, no queda espacio para la independencia.

¿Pragmatismo lukácsiano, táctica para avanzar posiciones de hegemonía sugerida por Gramsci? En verdad, parece mucho más humano que eso; los favores y respaldos electoreros individuales hay que pagarlos; sobre todo en política. Teillier lo sabe muy bien.

Sin embargo, los favores los deben ellos, no el Partido, más incluso cuando, ya ocupando tales sillones, sus guías mayores han procedido de modo diverso. Para aquellos compañeros y compañeras que guardan altas esperanzas sobre el comportamiento legislativo de los miembros del próximo grupo parlamentario, será útil que revisen atentamente cómo -los actuales- han votado durante el lapso 2010-2013; por ejemplo, en materia de leyes del trabajo, ayudando a acentuar la dependencia y subordinación laboral -y por tanto política- de los trabajadores. Lo más reciente, aprobando cambios que lesionan al trabajador del turismo.

Operan la pauta elaborada por la concertación.

Superando autoengaños, más que atender a lo que dicen, indáguese lo que verdaderamente hacen.

Destacamos la conducta digna de otros compañeros y compañeras; no la hipotecaron ni antes ni durante la campaña; no son diputados ni consejeros regionales; pero, como comunistas y como dirigentes sociales continúan siendo valiosos. Y, hoy día, tal vez más necesarios allí.

Acceder al libro LA BASE, de Luis Enrique Délano.