FOUCAULT fue certero:
“No creo en absoluto que nuestra sociedad sea democrática. Si uno entiende por democracia el efectivo ejercicio del poder por una población en la que nadie esté dividido u ordenado jerárquicamente en clases, es absolutamente claro que estamos muy lejos de la democracia. Es también claro que vivimos bajo un régimen de dictadura de clases, un poder de clases que se impone a sí mismo mediante la violencia, siempre cuando los instrumentos de esa violencia son institucionales y constitucionales. Y esto ocurre en un grado que impide que exista una verdadera democracia”.

LABORAL-SINDICAL: SOBRE EL CORRUPTO MARTÍNEZ Y SU COFRADÍA.

Respuesta a Arturo Martínez
Santiago de Chile, 4 de septiembre de 2011.

Sr.
Arturo Martínez
Central Unitaria de Trabajadores (CUT)

Presente

De mi consideración:

En representación de la Red de Profesores de Filosofía de Chile (REPROFICH), le saludo muy cordialmente, a la vez de manifestarle la desazón provocada por sus expresiones en entrevista de Radio Cooperativa el día 31 de agosto.

En dicha oportunidad, refiriéndose a los “encapuchados” que desvirtúan las manifestaciones públicas, Ud. señaló que, tras estos hechos delictuales, se encontrarían “los profesores de filosofía, que les meten porquerías en la cabeza” a los estudiantes.

Los términos que Ud. utiliza para referirse a los Profesores de Filosofía son falsos, injuriosos, burdos y torpes. Su ofensa se extiende a la disciplina filosófica y a quienes nos dedicamos profesionalmente a su estudio y a su enseñanza. Sus palabras también son ofensivas para los profesores y estudiantes que defienden la Educación Pública, así como para sus padres, apoderados y para toda persona poseedora de racionalidad y conciencia digna.

En el momento crucial que vive el país, es válido recordarle que el progresivo desarrollo de la cultura democrática nacional se extendió gracias a la acción educativa de los profesores. Ud. no debe olvidar que el magisterio de Chile se constituyó en un baluarte en la lucha por el término de la dictadura militar, período en que el poder imperante se ensañó con nuestro gremio y destruyó la Educación Pública.

La cuna de la resistencia cultural y de la defensa de los derechos humanos fue también fruto, en gran medida, del trabajo silencioso y paciente del magisterio, alrededor del cual se rearticuló el tejido social, comprendiendo en ello al sindicalismo.

La descalificación proveniente de sus palabras son inusuales e impropias de un dirigente sindical, heredero de la indiscutible calidad intelectual y autoridad moral de Luis Emilio Recabarren y de Clotario Blest.. Por otra parte, no está de más recordarle que la entidad sindical que Ud. dirige por tantos años, está integrada por el Colegio de Profesores, el que aporta no sólo un gran número de sus integrantes.

Ante la opinión pública y ante la justicia, Ud. tiene la obligación de responder por sus dichos calumniosos. La liviandad de sus acusaciones transparenta una estructura mental propia del fascismo y me lleva a rememorar al pensador español Miguel de Unamuno quien, dirigiéndose a los franquistas invasores de la Universidad de Salamanca, les dijo: “Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Porque para convencer, se requiere razón y fe en la lucha”.

Los Profesores de Filosofía y todos los educadores, hemos dado testimonio de que antes del cuidado de nuestros intereses particulares, hemos dedicado nuestras vidas a la formación de los espíritus de la niñez y de la juventud, cuyo fruto, entre otros muchos, se visualiza en el actual movimiento estudiantil. En medio de los peligros, injusticias y tratos humillantes que hemos padecido, más que actuar con bajeza e indignidad, hemos asumido vivir sin privilegios, pero también sin arrastrarnos frente a quienes detentan el poder de turno para recibir sus migajas. La agresión infligida por un dirigente sindical es inmerecida e inesperada y hará que Ud., que las ha emitido, lleve consigo la iniquidad y la infamia a que la verdad le condena.

Señor Martínez: le reitero mi repudio y mi vergüenza por el cargo que ha detentado por tantos años y que no representa a los trabajadores de Chile, porque Ud., por sus expresiones y sus actuaciones, denota que carece de dignidad. Ud. debe renunciar a la CUT, si le resta algún rasgo de decencia.

Hervi Lara Bravo
hervi_l@hotmail.com
Profesor de Filosofía
Licenciado en Etica Social
Magíster en Filosofía de la Educación
Red de Profesores de Filosofía de Chile (REPROFICH)
Coordinador de la Comisión Ética contra la Tortura (CECT-Chile) y del Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina (SICSAL).

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La educación gratuita no se baja y que se vaya Martínez

Los líderes estudiantiles no deben bajar la exigencia de educación gratuita. Sería un error fundamental y una derrota momentánea. Esta sociedad puede otorgarse un derecho social que no es un lujo. Que todos y todas, incluidos los hijos de los ricos, estudien gratis; así aprenderán éstos lo que es el valor de la solidaridad. Es una manera de arrebatárselos a la empresa ideológica familiar de la derecha conservadora, patriarcal e individualista que hoy profesa la religión del lucro para darle sentido a su existencia. Después se les pasará la cuenta fiscal; aumentando de manera sustantiva el impuesto a las grandes herencias patrimoniales o sucesiones. Será la manera como los hijos de los ricos y sus familias retribuyan lo socialmente obtenido así como igualar condiciones y oportunidades. Nivelar la cancha para todos y todas. Es el principio de la justicia redistributiva.

El movimiento estudiantil tiene la fuerza social y la simpatía ciudadana para recuperar la educación de manos de la lógica y la funcionalidad de la ganancia del Capital. Por el momento es la batalla social y política crucial donde se miden las concepciones ideológicas de la derecha mercantilista, por un lado, y los de la democracia, del humanismo y del futuro, por el otro. Porque el conocimiento debe ser el bien común mejor compartido, como diría Descartes.

Por lo mismo, la educación gratuita es más que un ideal: es una condición necesaria para la realización de la igualdad social. La derecha política y empresarial se opone a ella porque su aplicación abriría una brecha en el modelo neoliberal de mercantilización forzada a la cual ha sometido todas las actividades sociales. Educación, salud, jubilaciones, información, medio ambiente y calidad de vida son bienes que han sido forzados a salir de la esfera pública para ser controlados por el mercado que los ha transformado en mercancías (bienes de consumo y servicios) y según la ley del valor del capital deben ser rentables.

Conviene decirlo, ni los concertacionistas ni la derecha en el Gobierno están dispuestos a conceder la gratuidad. Los primeros porque abandonaron los ideales de la social-democracia original y los segundos porque representan a los grandes explotadores de este país, comenzando por el sistema financiero-bancario que consolidó su poder de sanguijuela sobre los ciudadanos durante las administraciones concertacionistas.

Pocas clases dominantes han llevado a tal perfeccionamiento los mecanismos de control social capitalistas sobre los ciudadanos-asalariados al punto de crear un sistema que lucra con bienes comunes sociales de la manera más natural.

¡Cómo olvidarlo! Para eso necesitaron el aval ideológico que les dieron las administraciones concertacionistas, hoy a la rastra de los movimientos sociales.

¿Cuántas veces habrá que repetirlo? Ahora son Bachelet, Lagos y Velasco los que cuentan con el olvido y la ciudadanía desmemoriada.

Hemos llegado a un punto en que cada vez es más evidente que la religión de los sectores financieros-empresariales de éste país es la ganancia. El resto es contingente y accesorio. La publicidad de Corpbanca, en el Metro, no puede ser más evidente. Ella se basa en el miedo a la muerte. Antes, para combatir el miedo y darle sentido a la existencia estaba la religión. "Me muero si no puedo enviar mis hijos a estudiar", reza la publicidad. Extorsión odiosa de las angustias de las clases medias y trabajadoras. El mensaje: aquí estamos los salvadores; somos la banca. Es el beso de la muerte del crédito usurero y del interés expoliador. Eso es totalitarismo.

Señor Martínez, es contra ese tipo de discursos y sistemas cerrados como el publicitario que la filosofía combate la ignorancia definida como falta de conocimientos. Eso lo sabían Luis Emilio Recabarren y Clotario Blest, dirigentes sindicales capaces de manejar conceptos, ideas y argumentos y que defendieron con valor intelectual los principios de la clase trabajadora. En la historia, quienes han hecho declaraciones como las suyas, donde se amalgama "vandalismo" social e ideas, y contra la enseñanza de la filosofía y sus profesores, han sido los nazis y los pinochetistas.

Señor Martínez, sólo los totalitarios le temen al pensamiento abierto y libre. Si Ud. reflexiona un poco, se dará cuenta quién genera la violencia social y subjetiva en este país. Y cómo el movimiento sindical necesita más debates y más democracia; principios propios de la filosofía a los cuales Ud. se opone. Más claro. Es hora que se vaya. Que le deje el lugar en la CUT a jóvenes dirigentes sindicales preparados para defender los derechos colectivos de los trabajadores, sepultados con su venia durante veinte años de concertacionismo.

Leopoldo Lavín Mujica
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